AMBIENTE DE WESTERN EN MEDIO DEL DESIERTO AUSTRALIANO

Aquí había una foto de una tumba en forma de cerveza de barril

Un pueblo con tumbas como ésta en su cementerio no puede ser un pueblo normal.

Y es cierto; en Coober Pedy cuesta mucho hallar un solo metro cuadrado de normalidad.

Esta población singular se encuentra situada en el norte del estado de South Australia, a pie de la Stuart Highway, la carretera que atraviesa Australia de norte a sur, exactamente por el centro. En medio del vacío casi absoluto del desierto australiano, se reconoce su proximidad por la acumulación creciente de montículos de arena en las llanuras que flanquean la carretera, fruto de la actividad minera que le da sentido y razón de existir al asentamiento.

El origen de Coober Pedy (de kupa piti en lengua aborigen, literalmente hombre blanco en un agujero) hay que ir a buscarlo a principios del siglo XX, cuando un grupo de pioneros aguerridos como los de antes, pensando que tal vez encontrarían oro en la zona, se aventuraron por aquellos parajes, con una mano delante y la otra detrás. Tras sobrevivir a las primeras prospecciones, no tardaron en descubrir que se habían equivocado: no había oro allí, sino cantidades ingentes de ópalo.

Aquí había una foto de una tienda singular

Hoy en día el 95% de la producción mundial de ópalo proviene de Coober Pedy. Aún así, resulta difícil imaginar cómo un pueblo que tiene este aspecto puede encontrarse detrás del 95% de la producción mundial de alguna cosa, sea lo que sea…

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En Coober Pedy, sin embargo, no solamente hay ópalo. De hecho, a mí el ópalo me la suda, y, a pesar de ello, encontré un montón de cosas interesantes en el lugar. Para empezar, su aspecto de asentamiento cowboy dejado de la mano de Dios, con sus calles polvorientas azotadas por el viento de forma constante; los edificios de madera tipo saloon; los carteles que conducen a sitios desolados o que anuncian la ley seca; los armazones de vehículos y máquinas viejas abandonadas, oxidándose en cualquier parte, sin orden ni concierto…

La característica distintiva de la localidad, más allá de todo lo anterior, reside en el hecho que el 50% de su población vive bajo tierra, en casas excavadas en la roca de las colinas desperdigadas por la zona. De manera similar, una gran parte de los hoteles, bares y restaurantes son subterráneos, y han sido construidos aprovechando galerías de minas antiguas, con la intención de proteger a locales y visitantes de la quemadura del sol, el polvo y el acoso continuo de las moscas, que en las zonas áridas de Australia son pesadas hasta extremos difíciles de soportar.

Entre todas las construcciones subterráneas, no obstante, cabe destacar el caso de las iglesias —hay tres o cuatro siempre abiertas al público, repartidas por el pueblo—, que si bien, en el caso de Coober Pedy, se encuentran más cerca del Infierno que del Cielo, proporcionan un espacio de protección y tranquilidad espiritual al viajero que difícilmente se experimenta en otros lugares.

Así que ya lo sabéis, forasteros… si algún día pasáis por Coober Pedy, antes de enfrentaros al cacique local en un duelo a muerte a la salida del sol, quizás os convendría arrastraros bajo tierra y pasar por el confesionario, que se está fresquito.

Aquí había una foto de una vidriera en forma de cruz

AMÉN

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